Habla bajo, como si quisiera evitar que su voz de directora de escuela sobresaliera entre las de sus profesores y estudiantes. Es una de esas personas a las que casi nada se le escapa. Recorre la escuela de un extremo a otro: rápida, ligera, de una delgadez extrema, que acentúa la percepción de una maestra hiperactiva, a pesar de sus 62 años.
“Tengo que prepararme para el día en que esta no sea mi vida, pero no es ahora. Siempre que pienso en dejar las aulas lo veo como algo distante. Mis alumnos son mis hijos. Esta es mi familia”.
Se llama Liliam Martínez García, pero todo el mundo, en la Escuela de Oficios América Latina, del municipio habanero del Cotorro, la conoce por Lili. Desde hace 15 años llegó a este centro como “directora provisional”, sin prever que la coyuntura se prolongaría por tanto tiempo.
“Vine por un año y decidí quedarme, porque empecé a comprender que había aristas de la educación que yo desconocía. Esta es una escuela muy compleja, donde muchos niños y niñas tienen baja autoestima y son más propensos a cometer actos violentos porque no saben cómo reaccionar cuando se sienten agredidos”, explica.
La interacción con niños que provienen de hogares disfuncionales, a veces sin amparo familiar, ha planteado a la vocación pedagógica de Lili no pocos desafíos.
“He visto de todo: una niña que su mamá regaló. Vivía en un hogar sin amparo familiar. No quería saber de nadie que le demostrara cariño o afecto. Se negaba a decir la palabra MAMÁ, hasta que terminó llamándonos así a las profes de la escuela”, cuenta con emoción.
El acompañamiento en las escuelas de oficio forma parte del trabajo de en Cuba, en alianza con el Ministerio de Educación. Surgidas en mayo de 1989, tienen el objetivo de formar a adolescentes entre 13 y 17 años con retraso escolar.
La formación abarca especialidades de oficios deficientes en las localidades donde se ubican los centros. Las escuelas desarrollan en los jóvenes habilidades para el trabajo en diversas ramas de la industria, la agroindustria y los servicios, previo a su desempeño en escenarios laborales facilitados por las propias instituciones docentes.
Actualemente existen 54 escuelas de oficios, con una matrícula de más de 4100 niños y niñas, 16% de ellos con algún tipo de discapacidad.
Las acciones de UNICEF abarcan entre los años 2020 y 2021 siete escuelas de este tipo en La Habana y una en Las Tunas, al Oriente de Cuba.