El Programa, aprobado por 179 gobiernos, proponía “que todas las personas debían tener acceso a servicios integrales de salud reproductiva, incluida la planificación familiar voluntaria, servicios de embarazo y parto seguros, y la prevención y tratamiento de las infecciones de transmisión sexual”, según recuerda el Fondo de Población de la ONU.
A este planteamiento se le ha de sumar, tal y como recordaba durante la ceremonia de inauguración de la Comisión la vicesecretaria general de la ONU, Amina Mohammed, que la Conferencia logró consolidar “un cambio importante a nivel mundial en el debate sobre las cuestiones de población”, al poner un mayor énfasis “en los derechos, la igualdad, la dignidad y el bienestar de las personas a medida que recorren momentos vitales de su existencia como el nacimiento, la muerte, el matrimonio, el alumbramiento y la migración”.
Mohammed destacó la perdurabilidad del documento al afirmar que “sigue estando vivo”, y entre sus logros resaltó la reducción de la pobreza extrema, la disminución de la mortalidad materna en más de un 40% o la expansión de la educación primaria.
Sin embargo, reconoció que, pese a esos adelantos, quedan profundos desafíos por resolver como la disparidad entre la disminución del porcentaje de personas que viven en la pobreza en los países menos adelantados, el matrimonio precoz o a las personas que viven en tugurios urbanos, y el hecho de que el número de personas afectadas por estas adversidades siga aumentando.
En primer lugar, se ha de colocar a la igualdad de género como eje central de todas y cada una de las intervenciones de los Objetivos, “ya sea en el ámbito social, económico o medioambiental, y en el ámbito del gobierno, las empresas o la sociedad civil”, con especial énfasis en la participación de las mujeres y las niñas como “agentes de cambio”.
A continuación, destaco la importancia de lograr “el acceso universal a una educación de calidad”, especialmente para las niñas ya que su permanencia en la escuela disminuye la posibilidad de tener hijos a una edad temprana y, con ello, la reducción de la mortalidad materna, el número de hijos y el aumento de ingresos a lo largo de la vida para combatir la pobreza.
“También necesitamos una revolución en las normas de calidad para preparar a los jóvenes de cara a la economía del siglo XXI; una revolución que incluya la formación continua de los profesores y el acceso a la tecnología y las competencias necesarias para la economía del futuro”, dijo.
En último lugar, resaltó la importancia de tomar las medidas necesarias para evitar cambios importantes en el clima, ya que estos amenazan las vidas y los medios de subsistencia de las personas, especialmente en las zonas costeras.
“Siempre debemos recordar que los más pobres del mundo se enfrentan a los efectos más graves del cambio climático, aunque son los que menos han contribuido a su causa subyacente” recalcó Mohammed.
A modo de cierre llamó a todos los Estados Miembros a asegurar que la evolución demográfica de cada país se refleje en las políticas y la planificación del desarrollo nacional, “y que los resultados y conclusiones de esta Comisión sirvan como base para las revisiones de los progresos de los ODS, que tendrán lugar en el Foro Político de Alto Nivel de este año”.