LA HABANA (AP) — Cuba informó este miércoles haber aceptado ser la sede del próximo ciclo de conversaciones entre el gobierno de Colombia y el rebelde Ejército de Liberación Nacional (ELN) de ese país tendentes a concretar un acuerdo de paz.
La isla “hará todos los esfuerzos” para el entendimiento entre las partes y mantiene «su disposición a continuar como garante” así como a permitir que el tercer ciclo del diálogo se efectúe en la isla, dijo la cancillería cubana en un comunicado.
Actualmente la delegación que representa al presidente Gustavo Petro y los líderes guerrilleros mantienen su segundo ciclo de la nueva etapa de conversaciones en México, donde concluirá el viernes.
Aunque el comunicado oficial cubano no especificó la fecha del encuentro de las partes en su territorio, medios de prensa nacionales en Colombia informaron que este se realizaría en la Semana Santa, los primeros días de abril.
Como países garantes, Cuba y Noruega participan actualmente en este segundo ciclo en México tras el primero efectuado entre noviembre y diciembre en Venezuela.
Cuba fue sede de las exitosas conversaciones de paz que por cuatro años desarrollaron las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno de Juan Manuel Santos. El convenio que convirtió a la organización armada en un partido político se firmó en 2016.
Poco después, en 2017, se comenzó una negociación con el ELN en Ecuador, pero un año después se trasladaron a La Habana por cambios en el signo político de esa nación que dejó de prestar su apoyo.
Sin embargo, en 2018 las conversaciones quedaron suspendidas tras el ataque del grupo guerrillero a un cuartel de policía y la expresa falta de voluntad del nuevo presidente colombiano Iván Duque de dialogar con los rebeldes.
Los delegados gubernamentales se retiraron, pero los comandantes del ELN quedaron en Cuba, que a su vez, se negó a entregarlos como lo exigía Duque alegando que los protocolos establecían la garantía de respeto del país sede a los negociadores si las pláticas se suspendían.
La negativa de La Habana le costó un incremento de las sanciones de Estados Unidos –aliado de Duque y adversario de la isla desde hace mucho tiempo–, que tomó este motivo para reincorporar a Cuba en una lista de patrocinadores del terrorismo.